viernes, 1 de febrero de 2013

Ruta por el Rajastán. Primera parada: Udaipur

Dado que tenía que esperar una semana a que me hicieran la ropa que había encargado en Pushkar decidí hacer una ruta y visitar algunas ciudades de las que había oído hablar muy bien. La idea era visitar Udaipur, Jodhpur y Jaisalmer.
Aprovechando que Soraya, una chica de Singapur que había conocido en el hotel, iba hacia Udaipur, me decanté por empezar por ahí y compartir algunos días de viaje con ella.
Reservamos unos billetes de sleeper bus y viajamos cada uno en una de esas cabinas-cama individuales durante toda la noche,  con unas ventanas correderas que intentaban, sin mucho éxito, mantenerse cerradas a pesar del traqueteo del bus producido por la infinidad de agujeros que hay en las "animadas" carreteras secundarias de la India.
Ya venía avisado de que, por culpa de la ventanas, se pasaba bastante frío en el bus así que me hice con una manta extra para el camino.Así fue. Con todo el meneo de los baches la ventana se iba deslizando levemente hasta abrirse una rajilla suficiente para dejarte helado.

Llegamos a primera hora de la mañana, a eso de la 5 y aún de noche, cuando la ciudad aún dormía. Decidimos pasear hasta que amaneciera, ver el sol salir y hacer tiempo hasta que abriera algún restaurante en el que poder desayunar con vistas al lago Pichola.
Nos encontramos con algún puesto callejero de chai con algunos madrugadores, o trasnochadores, no sabría decir. También con un buen grupito de niños que, al vernos por allí, se revolucionaron y vinieron a preguntarnos de donde eramos. Acto seguido nos pidieron que les diéramos unas rupias. Daba la impresión de que pasaban la noche merodeando y jugueteando por ahí.
Sentados al borde del canal de uno de los extremos del lago y charlando, enseguida se nos hizo de día y vimos una terraza en el ático de un hotel desde la que se adivinaban unas estupendas vistas del lago bañadas con un agradable solecito mañanero. Para allá que nos fuimos a desayunar.
Así fue, las vistas de la ciudad y del lago eran preciosas. Desde allí se percibía la elegancia de la ciudad,con el city palace imponente junto a la orilla y el blanco palacio de verano en el centro del lago. Algo de cierto tiene eso de que la comparen con la pequeña Venecia india.

El primer día fue para encontrar una habitación, descansar un poco, visitar el city palace y terminar el día cogiendo el teleférico que te sube hasta la cresta de una pequeña montaña que brinda las mejores vistas del lugar. Deliciosa guinda para terminar el día.

Entre todo esto, comentaros que llevaba unos días tocado de la tripa y que día si día no me iba por la pata abajo. Cualquier olor a comida espaciada india me revolvía el estómago por lo que opté por evitarla.
Después de un par de días bebiendo suero, empecé a retomar la comida poco a poco hasta volver a la normalidad. Desde entonces, adiós especias (que lástima, eh Marga).

Al día siguiente, ruta en barca por el lago y comida-cena en otro de sus  roof-top restaurants (áticos) con espléndidas vistas para despedirme de la ciudad y de Soraya, ya que yo cogía otro bus cama nocturno con dirección a Jaisalmer y ella continuaba su camino hacia el sur.

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